¡Ay, que me troncho!
Me ha llegado a casa una carta en la que me dicen que ponga bien clarito el número de la calle en la que vivo, ya que como este pueblo es tan complejo de recorrer, los carteros se hacen un lío con su trazado urbano. Ya les vale, la verdad. Supongo que la política es echarle la culpa al que menos la tiene y justificarse por anticipado ante un nuevo desaguisado carteril. Digo yo: si el nombre viene muy claro en el buzón, y la calle es la que pone en la carta, una de dos, o es ahí o es ahí. De sobra sabemos que muchos números de nuestras calles corresponden a cuatro viviendas, y que las cuatro se reparten el número, sin especificar más. Y luego hay otra cosa: si yo pongo el nombre de la calle -que lo pongo- , el número de la calle -que lo pongo-, y mi nombre y apellido -que lo pongo-, ¿por qué siempre tengo cartas que no son ni de mi calle, ni de su número, ni dirigidas a mi nombre?... y para más inri, tengo puesto muy claro en mi buzón: "no depositar cartas dirigidas a otro nombre". ¡¡Pues que si quieres arroz, Catalina!!. Pasan completamente de todas estas consideraciones. No nos engañemos: otra vez nos van a volver a echar a nosotros la culpa de la ineptitud del servicio de correos de Bustarviejo. Por último, dejo una pregunta en el aire: ¿a qué calle y a qué número van dirigidas las cartas que más de uno de nosotros hemos encontrado tiradas por los suelos?...
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